El reloj sigue avanzando. Los minutos pasan, y el tren también. Ninguno de los dos sabe que decir. Encontraremos a otra gente, quizás. Posiblemente no volveremos a hablar, porque no me llamarás, y si lo haces, no te cogeré el teléfono ¿Para qué? ¿Para añorar tus labios, tus ojos, tu cuerpo, tu pelo revoltoso...?
Pues no. No quiero, SI te vas y me dejas sola, hazlo bien. Es tu decisión.
-El tren ya está aquí.- dices.
-Pues adiós.-digo. Me giró.
-¿Que haces? ¿No me vas a dar un beso?-preguntas.
-Tú y yo ya no estamos juntos. Me vas a dejar. Porque te vas, ¿recuerdas?
-No quiero irme. Sólo lo hago porque no quieres estar conmigo.
-¿Como que no quiero estar conmigo? ¡Si es lo único que quiero!-me acerco a ti.- Pero el tren ya está aquí.
-Da igual. No quiero irme.
-Pero debes marcharte. Sí, te echaré de menos, pero ya he sufrido. Y lo he aceptado.
-No voy a irme. No tengo billete.-sonríes.- Sólo quería oírte decir uan cosa.
-¿Cuál?
-Que me quieres.
-Te quiero. Te quiero. Te quiero. ¿Me oyes? ¡TE QUIERO!
No hay comentarios:
Publicar un comentario